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Los Callos I volver

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Son áreas superficiales hiperqueratósicas del pie, del tamaño de un guisante o incluso algo mayor, que se producen en áreas que sufren pequeños golpes o rozaduras de forma repetida. También reciben los nombres de tilomas o helomas.

En ocasiones se localizan en las articulaciones de los dedos de los pies, en la superficie de la planta del pie o entre los mismos dedos, produciendo molestias dolorosas (o, al menos, una cierta sensibilidad a la presión) y adoptando una forma cónica. A este tipo de formaciones de las denomina callosidades, y suelen ser duras sobre todo en los dedos de los pies y en la superficie plantar; por el contrario, las callosidades blandas se encuentran entre los dedos.

El grosor no es uniforme y sus bordes están mal definidos, pudiendo alcanzar varios centímetros de tamaño. Por otro lado, la piel en los callos mantiene las características estrías o huellas. Se suelen formar en las áreas que soportan un mayor peso, como las plantas de los pies o las palmas de las manos (en trabajadores manuales).

Otras forma común de hiperqueratosis son los clavos, en los que la lesión suele adoptar una forma redondeada y tiene un núcleo central. Es prominente y puede alcanzar hasta un centímetro o más de diámetro. Los clavos se sitúan típicamente sobre los dedos de los pies ( en especial, los más pequeños, el 4º y el 5º) y tienen un color amarillento grisáceo. Suelen reblandecerse debido al sudor y al calor reconcentrado en los pies. La principal diferencia entre los clavos y los callos es que estos últimos no están tan bien delimitados como los clavos y pueden no tener núcleo central.

Epidemiología

Los callos, callosidades y clavos afectan en mayor o menor medida a prácticamente toda la población, aunque tiende a ser más comunes y de mayor grosor y extensión entre personas adultas.

Los callos se suelen producir en las manos y los pies, aunque pueden observarse en otras localizaciones. De hecho, pueden aparecer lesiones de este tipo en prácticamente cualquier lugar del organismo que esté sometido a la presión o a la fricción, especialmente si existe alguna prominencia ósea.

Es muy frecuente que el origen de los callos sea profesional. En este sentido, hay localizaciones curiosas, tales como los dedos de la mano en las personas que escriben mucho ( y apretando fuerte) con bolígrafo, los codos de algunos estudiantes, la mandíbula o la clavícula de algunos violinistas, la palma de las manos en los remeros (deportistas o marineros).

Sin embargo, la mayor parte de los casos están relacionados con la presión que soportan externamente los pies, debido a zapatos apretados, a defectos en la forma de andar y a largas caminatas.

Etiología

La elevada presión o el roce repetido en los puntos donde existe una cierta prominencia ósea conduce a que la piel de la zona afectada y específicamente la epidermis reaccione produciendo una mayor cantidad de estrato córneo, que es el más duro, alcanzando un grosor notablemente mayor.

El estrato córneo está formado esencialmente por células con un alto contenido en queratina, sustancia que es el autentico responsable de la dureza. Por consiguiente, la formación del callo, callosidad o clavo se debe a un mecanismo defensivo hiperqueratósico frente a la excesiva presión externa.

Aunque la lesión hiperqueratósica supone un aumento de la producción de células por parte de la capa más profunda de la epidermis (el epitelio germinal) el ciclo metabólico de la epidermis no experimenta ninguna aceleración (como ocurre, por ejemplo, en la psoriasis) de hecho, si la proliferación celular se normaliza, porque haya remitido la presión o el roce en la zona, la lesión hiperqueratósica tienden a desaparecer aproximadamente en un mes.

Fecha última Inserción/Actualización: 17/04/2013

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