La
otitis externa difusa deberá tratarse con antibióticos que sean efectivos
frente a P. aeruginosa, como es el caso del Ciprofloxacino.
La
administración de antibióticos por vía general debe reservarse para casos
severos, con mala respuesta a los tratamientos tópicos, en pacientes diabéticos
o cuando el proceso inflamatorio se extienda más allá del propio conducto
auditivo externo.
Para
el tratamiento mediante antibióticos en administración tópica ótica se
han utilizado tres grupos de antibióticos: aminoglucósidos, polimixinas
asociadas a aminoglucósidos y quinolonas.
Los
empleados con mayor frecuencia son la gentamicina y la neomicina. A pesar
de que su eficacia es muy elevada, pueden presentar algunos efectos secundarios.
Algunos
aminoglucósidos administrados por vía tópica pueden desarrollar signos
de intolerancia local. La neomicina es la responsable de la mayoría de
las alergias de contacto, sobre todo cuando se aplica en pieles afectas
de eccemas y dermatitis. Cualquier persona que muestra hipersensibilidad
a la neomicina puede también desarrollarla con otros aminoglucósidos (kanamicina,
gentamicina y framitrecina).
El
Ciprofloxacino es una quinolona que
se caracteriza por una gran actividad frente a P. aeruginosa. Múltiples
estudios han demostrado la eficacia del Ciprofloxacino
en administración tópica ótica para el tratamiento de la otitis externa
difusa.
Su
eficacia es igual o superior a la de los aminoglucósidos administrados
también por vía tópica (superior al 90%), pero presenta dos grandes ventajas
frente a estos: no tiene toxicidad cuando se administra tanto por vía
tópica como por vía sistémica y las reacciones de intolerancia local son
mucho menos frecuentes que las que presentan los aminoglucósidos.
La
administración de Ciprofloxacino tópico
en los niños ha demostrado una elevada eficacia y tolerancia. La absorción
de Ciprofloxacino, tanto a través
de la piel como de la mucosa del oído medio, es prácticamente nula.