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La Depresión volver

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La depresión, tan antigua como la humanidad, fue descrita ya por Hipócrates de Cos en el siglo VI a.C.

Depresión es el hundimiento psicológico y físico de la persona manifestando como un trastorno de los sentimientos. Consta de síntomas psíquicos (tristeza, desinterés) y corporales (cansancio, cambios de apetito, peso y del sueño, y dolores). Es característica la tristeza, la pérdida de la capacidad de interesarse y disfrutar de las cosas, falta de vitalidad y cansancio exagerado. Existen dos síntomas fundamentales:

  • La persona no reacciona ante estímulos normalmente agradables.
  • Pérdida de interés o de la capacidad para disfrutar de cosas placenteras.
¿A cuánta gente afecta y que tipos existen?

La depresión afecta a un gran número de personas. Aunque se ha afirmado que la vida actual motiva un mayor número de depresiones, esta idea no se ha comprobado y hay expertos que aseguran que el número de depresivos es parecido al de otras épocas.

En un momento dado, el 4-5% de la población padece depresión, mientras que el 15-20% de la población la padecerá a lo largo de toda su vida. Afecta al doble de mujeres que de hombres por causas no aclaradas aún.

Las depresiones pueden ser fundamentalmente de dos tipos: endógenas (melancólicas) o exógenas (psicosociales). Las primeras aparecerían sin ningún desencadenante aparente y producidas por factores genéticos. Las segundas aparecerían tras un suceso o situación adversa. Deben diferenciarse los síntomas depresivos que aparecen en el 13-20% de la población sana de las auténticas depresiones. Estos síntomas depresivos o tristeza transitoria aparecen con frecuencia, son normales y no constituyen una enfermedad. La depresión endógena (melancólica) se caracteriza por la pérdida completa de la capacidad de disfrutar y la de experimentar placer, la falta absoluta de interés por actividades agradables y la aparición de ideas de culpa absurdas. Son más frecuentes en primavera y otoño, mejoran por la tarde y los pacientes suelen despertarse muy pronto. Se inicia de forma brusca y suele recidivar al cabo de un tiempo. La depresión exógena (psicosocial) suele tener un conflicto desencadenante y, a veces, una reacción inapropiada a él; su curso es fluctuante, su inicio más gradual y el paciente puede reaccionar a alguno estímulos externos.

¿Cuáles son sus síntomas?

La tristeza, la pérdida de interés por las cosas que antes gustaba hacer y la imposibilidad de disfrutar de las cosas agradables. Otros síntomas frecuentes son nerviosismo, apatía, trastornos del sueño (insomnio, exceso de sueño, despertar precoz), disminución de la autoestima, sentimientos de culpa, pérdida de energía, falta de concentración, trastornos del apetito e ideas suicidas.

Como síntomas orgánicos se manifiestan dolores, mareos, vértigos, trastornos gastrointestinales y respiratorios. El dolor suele ser muy frecuente, tanto de cabeza, como abdominal, de espalda o dolores en huesos y músculos. El mayor peligro es el riesgo de suicidio, que es más frecuente en varones, si la depresión es grave, si existen intentos previos (personales o familiares), si hay abuso de alcohol, falta de apoyo social, plan organizado de suicidio, falta de pareja, aislamiento y en casos de enfermedad que causa dolor o incapacidad.

¿Cómo se trata?

El tratamiento se basa en los antidepresivos (AD) y la psicoterapia que indicará el médico especialista. Los síntomas como el nerviosismo, el insomnio o la falta de apetito mejoran ya la primera semana; en cambio, la tristeza tarda de 1 a 3 semanas en mejorar. Los AD se dividen en tricíclicos e inhibidores de la recaptación de la serotonina. La duración óptima del tratamiento suele ser de 2-3 años, hasta 5, ya que las recidivas son frecuentes. El tratamiento se finalizará de forma progresiva para evitar la aparición de síntomas de abstinencia (intranquilidad, insomnio). El tratamiento de mantenimiento a largo plazo estará indicado en algunos pacientes. Si existe riesgo de suicidio, se recomienda acudir urgentemente al facultativo.

En cuanto a efectos adversos, los tricíclicos pueden dar sequedad de boca, visión borrosa, estreñimiento, taquicardia, sedación y aumento de peso.

Generalmente estos síntomas mejoran de forma progresiva y se aconseja comenzar siempre con dosis bajas. En cuanto a los inhibidores de la recaptación de serotonina, pueden producir pérdida de apetito, náuseas, vómitos, diarrea, dolor de cabeza, insomnio, nerviosismo y disfunciones sexuales transitorias, como retraso en el orgasmo.

Fecha última Inserción/Actualización: 17/04/2013

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