Durante
los meses de invierno estamos sometidos a un esfuerzo importante, tanto
físico como intelectual constante, ya que la carga laboral suele ser mayor,
y también es época de exámenes, y hay pocos períodos vacacionales que
no permiten la relajación, por lo que estamos sometidos a un continuo
sobreesfuerzo. Esto puede hacernos desembocar en un estado de estrés que
en cierta medida no es malo, ya que nos va a ayudar a estar más alertas,
energéticos y motivados, pero que si escapa a nuestro control puede afectar
seriamente nuestra salud.
El
estrés en si mismo no es más que una respuesta de adaptación, la reacción
del cuerpo frente a ciertos eventos que nos resultan perturbadores y que
nos provocan una respuesta. Ésta se denomina respuesta de "vuelo o pelea",
ya que biológicamente el cuerpo se prepara para una "pelea" incrementando
las palpitaciones del corazón y la presión arterial con la finalidad de
llevar más sangre a los músculos e incrementar la velocidad de la respiración.
Así
mismo, cuando nos encontramos ante una situación de estrés aumenta la
secreción de adrenalina y se altera el Sistema Nervioso, todo ello para
que nuestro cuerpo se enfrente a la acción.
Si
esta acción no tiene lugar, el cuerpo sufre palpitaciones, transpiración,
incremento de la acidez estomacal, espasmos musculares y aumento de la
presión arterial. Todo ello termina generando en el individuo una sintomatología
típica de cansancio, agotamiento, tensión, ansiedad, indigestión, insomnio
y en definitiva pérdida de energía.
Manifestaciones
Internas
Estas
manifestaciones externas del estrés también tienen unas manifestaciones
internas, ya que nuestras células se ven sometidas a una situación de
sobredemanda debido a la aceleración del metabolismo. Este aumento del
metabolismo puede llegar a provocar en la célula un estrés oxidativo,
ya que los radicales libres oxidantes son productos normales dentro de
este proceso encaminado a la obtención de energía.
Estos
radicales libres son neutralizados de manera natural por los sistemas
oxidantes del organismo, manteniendo un balance o equilibrio oxidante-
antioxidante, pero si el equilibrio se rompe a favor de los oxidantes
aparece el estrés oxidativo, y los radicales libres, por su naturaleza
reactiva, van a reaccionar con las moléculas biológicas más próximas,
lo que en muchos casos las inhabilita funcionalmente.
Los
radicales libres pueden causar daño en el ADN por oxidación de las bases
nitrogenadas y los azúcares que lo componen. Además, los metales pesados
asociados al ADN pueden catalizar la síntesis del radical libre hidróxilo
a partir de formas moleculares de oxígeno activado más estables y menos
tóxicas.
Los
radicales libres también pueden actuar sobre moléculas presentes en el
citosol, tales como los nucleótidos de adenina o los grupos tioles que
formen parte de las proteínas o que no tengan carácter proteico como es
el caso del glutatión (GSH).
El
glutatión, tripéptido formado por glutamato, cisteina y glicina, es uno
de los sistemas antioxidantes más importantes del organismo, actuando
sólo o en combinación con sistemas enzimáticos. Una de las estructuras
más susceptibles del ataque de los radicales libres es la membrana celular,
cuyos distintos componentes, enzimas, proteínas receptoras, canales iónicos
y cadenas lipídicas, pueden ser dañados por los radicales libres conduciendo
a la muerte celular.
Además,
hay que tener en cuenta que no sólo nos vemos sometidos a la acción de
los radicales libres endógenos; el cuerpo también está expuesto a numerosas
fuentes externas de radicales libres tales como el humo de cigarrillos
y otros contaminantes ambientales.
También
algunos fármacos pueden ser metabolizados y generar productos con radicales
libres tóxicos.
A
modo de resumen podemos concluir que los radicales libres que se forman
en la célula, si no son inactivados por la acción de los sistemas antioxidantes,
producen lesiones en distintas estructuras celulares. Estos sistemas incluyen
las vitaminas E, C, los Beta- carotenos y minerales como el selenio, el
zinc o el cobre.
Mayor
Capacidad Defensiva
Un modo sencillo y seguro para favorecer la capacidad defensiva de las
células en este sentido es la administración de un polivitamínico que
contenga todos estos antioxidantes en cantidades equilibradas, como es
el caso de Multicentrum, ya que existen muchas razones que apoyan la hipótesis
de que la combinación equilibrada de varios antioxidantes resulta más
eficaz que la administración de uno sólo de estos micronutrientes.
En
efecto, existen interrelaciones metabólicas entre los distintos nutrientes
antioxidantes con efectos complementarios y sinérgicos entre algunos de
ellos. Ha sido demostrado que la vitamina E y la vitamina C inhiben de
forma sinérgica la oxidación de las LDL. La suplementación únicamente
con vitamina C inhibe el 15% esta oxidación, la suplementación solamente
con vitamina E inhibe el 50%, mientras que la inhibición del 78% se trata
de la combinación de ambas vitaminas. primeros cigarrillos, los primeros
cubatas..... A veces es inevitable. Hay que saber que el consumo de alcohol
interfiere con la absorción de las vitaminas del grupo B y que el tabaco
"quema" la vitamina C en sangre. Además, estas vitaminas son
hidrosolubles, por lo que no se almacenan y se deben reponer a diario.
Referencias:
1.
Galán P, Preziosi P, Duport N, Aissa M, Hercberg S. Suplementación
con nutrientes antioxidantes en la prevención de cánceres
y enfermedades cardiovasculares: evidencias y esperanzas. Rev. Esp. Nutr.
Comunitaria 1999; 5(19): 45-53.
Fuente:
Fichero de Laboratorios Whitehall.